En una Europa medieval azotada por la peste, dos seres
excepcionales coinciden en un vértice del mundo, un apacible monasterio alemán.
Sol y sombra, acción y reacción, fuego y agua, azúcar y sal, se complementan y
se oponen, como casi todos los elementos de nuestra personalidad. Narciso y
Goldmundo representan arquetípicamente la pasión y la razón, la búsqueda
ansiosa y el saber sosegado, la cara y la cruz de nuestra intimidad. Narración
especular en que nos reconoceremos unas veces con regocijo y otras con un
cierto temblor distante.
Herman Hesse volcó su alma de artista en esta novela.
No va simplemente de opuestos, porque éstos, normalmente, conviven juntos bajo
el mismo techo. Se trata más bien de una reflexión certera sobre esas capas de
la vida con las que contamos pero a las que no solemos dar nombre, la mayoría
de las veces, porque son tan profundas que no sabemos cómo acceder a
ellas.
NOTA. Este libro lo leí hace más de 30 años. Me ha gustado releer de nuevo algunos, bastantes, de sus párrafos.
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