![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj3-0-ktabhmeGK0arPlmSfBMhPEQO86hxqBqeeCxWUjJxxIB6kC3hG98QMwPsz_Es0ipOGx2i6WhVjKHaKQ8xOnXYBV2_YVlFad0mfiE6jOTLhpSfsSg1s9SCxaQJHoFNs0La7U50Jc2WF/s320/libros3.jpg)
El lector toma prestadas las palabras ajenas, y las
convierte en propias. Entonces vuela, navega, se zambulle en otros universos.
Gracias a los libros, podemos remar como un solo hombre, convertirnos en
guardianes, poetas o prisioneros; podemos comprender que la patria cada uno la
ve de maneras diferentes; resolvemos misterios; viajamos a la velocidad de la
luz; vemos la cara más amable y también la más violenta del mundo; somos
pacifistas o soldados, magos o frailes, vivimos en la corte del Rey Sol o
construimos catedrales medievales. Viajamos por los desiertos, por las cumbres,
por las calles de todas las ciudades. Creemos, y dudamos.
Pobre quien, con ignorancia sin culpa, alardea
con un «a mí no me gusta leer». Porque, acaso sin saberlo, se le han
cerrado las puertas de mil mundos que hubieran estado a su alcance.
Abre un libro. Zambúllete en sus páginas mientras
dejas volar la imaginación. Completa, con tu talento, las escenas, los colores,
los aromas, los rostros de los personajes. Y la palabra te hará fuerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario