Leonardo Boff
Este libro de Boff sobre la encarnación y la Navidad
es ya un clásico, sobre el Dios que se hace historia, y nace al raso.
La Navidad nos proporciona la clave para descifrar
algunos profundos misterios de nuestra existencia. Los hombres se preguntaban
angustiados el porqué del dolor y de la humillación, el porqué de la pequeñez
sentida y padecida, qué sentido tiene el sufrimiento de los últimos de la
tierra. Los hombres le preguntaban a Dios. Y Dios guardaba silencio. Los
hombres buscaban argumentos para eximir a Dios de los desórdenes de la
historia. Pero ninguna respuesta podía silenciar las preguntas que nacían de
las raíces del corazón dolorido. Ahora, en la Navidad, habla Dios. Y el hombre
guarda silencio. Ya no pregunta más. Se limita a escuchar la narración del
acontecimiento de la dulzura divina y humana: Dios nació pequeño; Dios se hizo
historia; Dios se apellida "pesebre".
"Cuando, en la fiesta de Navidad, proclamamos con
inusitada alegría que el Verbo se hizo carne, estamos afirmando que Dios está
ahí de un modo absoluto. Que ha venido para siempre. Que se llama Jesús de
Nazaret.
Por medio de este Niño dice Dios definitivamente al
mundo y al hombre: yo te amo.
Esta palabra de amor divino hecha carne no deja
indiferente al mundo, sino que todo en él adquiere un sentido nuevo; no hay
nada que sea totalmente absurdo, porque Dios dice: yo te amo.
En nuestra noche se enciende una Luz que no se apaga
nunca. Dios dice a nuestra soledad, a nuestras lágrimas, a nuestro consuelo, a
nuestras flaquezas: yo te amo.
Merece la pena ser hombre, pues Dios quiso
ser uno de ellos.
Dios no asiste impasible a la tragedia humana, sino que
entra en ella, participa y nos revela que merece la pena vivir la vida tal como
la vivimos: monótona, anónima, laboriosa y fiel, en esa lucha de hacernos cada
día mejores, más exigentes en la paciencia para con nosotros mismos y los
demás, fuertes para soportar las contradicciones y sabios para aprender de
ellas".
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