Autor: Oscar Wilde
El
relato cuenta las peripecias de una familia estadounidense que decide comprar
el castillo de Canterville, en la bucólica campiña inglesa, a pesar de las
advertencias de su antiguo propietario, Lord Canterville, en el sentido de que
la mansión alberga un fantasma, el de Simón de Canterville, quien vaga por sus
dependencias como alma en pena desde hace trescientos años, cuando mató a su
esposa y los familiares de ésta lo emparedaron, dejándolo morir de inanición.
La
genialidad del autor radica en la mirada cómica que le
aporta a esas historias tan dramáticas y exacerbadas, pues la convivencia de un
fantasma aristocrático inglés con una familia moderna americana no puede ser más
cómica:
El
señor Hiram B. Otis, embajador de los Estados Unidos y miembro del partido republicano,
es el vivo retrato del americano pragmático y positivista, razón por la cual no
solamente prestará oídos sordos a las supersticiosas habladurías de Lord
Canterville, sino que, una vez en presencia del propio fantasma, ni él ni su
familia se dejarán impresionar por sus golpes de efecto, lo cual obligará al
atribulado espectro a emplearse a fondo con objeto de conseguir de una vez por
todas asustar a semejante pandilla de descreídos. Toda la familia, pero en
particular los turbulentos y díscolos gemelos, le pondrán las cosas muy
difíciles al desamparado Simón de Canterville, quien se valdrá de todos sus
recursos para conseguir su objetivo: ser respetado y reconocido como fantasma.
En El
fantasma de Canterville aparecen todos los tópicos propios de las
historias de fantasmas que estaban tan de moda en el Romanticismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario