Comentario: Esta novela no es,
quizás, muy conocida. El nombre de su autor nos es familiar y lo asociamos con Réquiem
por un campesino español o con la tierna historia de Crónica del alba
y, posiblemente, poco más sabemos de él.
Ramón J. Sender
nació en un pueblecito de Huesca, en un año (1901) en el que España ya había
comenzado sus incursiones en Marruecos buscando su propio trozo de la tarta que
fue el reparto de África para Europa. Fue siempre un periodista y como tal
escribió. Sus obras son muy cercanas a la crónica periodística aunque están
plagadas de imágenes de gran simbología y plasticidad a pesar de ser de un
crudo realismo, es el caso de muchos de los momentos de Imán. El
servicio militar (1922) supuso para Sender el descubrimiento del Marruecos
colonial en guerra, reciente todavía el desastre de Annual (1921). Vivió y dio
cuenta de aquel bochorno, símbolo de las miserias de un país caciquil y
atrasado. Las amables crónicas escritas para el periódico oscense La Tierra dieron paso
a la indagación en la radicalidad humana y al testimonio acerca de la conducta
del ser humano ante situaciones absurdas y extremas.
Lo que Imán,
escrita en 1930, cuenta no es otra cosa que el absurdo de las guerras,
enfrentamientos entre pueblos sin sentido, movidos sólo por el interés de unos
pocos, intereses políticos y económicos. Imán es el apodo de un joven soldado
español que lucha en Marruecos. No sabe qué hace allí, por qué lucha, contra
quién y para qué. Millares de jóvenes españoles perdieron su vida en una guerra
que, como todas, nunca debió ocurrir. Las descripciones de los momentos de
lucha, la huida de Imán, la muerte, son visiones desgarradas de un mundo que
pierde el norte. Marruecos fue una vergüenza para España, no porque perdiera la
guerra, sino por todo lo que ello supuso: una guerra para los ricos luchada
sólo por pobres y analfabetos que no sabían qué hacían en mitad del desierto
cuando los altos cargos militares y políticos tomaban café en las terrazas de
Madrid.
¿Por qué
recomiendo ahora esta obra?
En la actualidad
muchos jóvenes españoles ignoran que esta guerra tuvo lugar, que esto ha
pasado, algunos, y aunque parezca una exageración, ni siquiera saben que en
España, años después de este conflicto, hubo una Guerra Civil; nadie les ha
contado tampoco la responsabilidad que tiene España hoy con el pueblo saharaui
porque el Sahara fue un territorio de dominio español (colonizador e injusto)
que fueron dejados a su suerte.
Tener memoria
histórica no significa pasarse la vida removiendo recuerdos dolorosos,
enfrentamientos rancios, verdades a medias... Conocer la historia que ha
conformado a un país es entender a sus gentes, su mentalidad, sus diferencias
culturales, lingüísticas y sociales. Recordar es aprovechar lo aprendido en
desastres que nunca deberían volver a repetirse como Marruecos o la Guerra Civil. Hacer
memoria es saber decir no a las nuevas corrupciones, guerras, injusticias, etc.
que asolan nuestro país y nuestro mundo hoy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario