Ante todo, quiero
dejar clara una cosa: fuera de los manuales de educación escolares (que también
cambian), no hay libros de lectura obligatoria para todo el mundo. En efecto,
en las librerías nos aguardan libros imprescindibles, pero no sabremos que lo son
para nosotros hasta haberlos leído. Cada cual debe encontrar los suyos.
Ahora he jugado a
imaginar qué libros me gustaría que me regalasen si yo tuviese diez, quince o
veinte años. Responden a mis gustos, que hoy conozco mejor que a cada una de
esas edades felices. Si usted se parece a mí como lector, también le gustarán.
Si no… siga buscando.
Para mis diez
años:
Kazán, perro lobo, de James Oliver Curwood.
La montaña de
luz, de Emilio Salgari.
El mundo
perdido, de A. Conan Doyle.
Viaje al
centro de la tierra, de Jules Verne.
Ivanhoe, de Walter Scott.
Para mis quince
años:
Las
inquietudes de Shanti Andia, de Pío
Baroja.
Cita con Rama, de Arthur C. Clarke.
El fantasma de
la Ópera, de Gaston Leroux.
La isla del Doctor
Moreau, de H. G. Wells.
El asesinato
de Rogelio Ackroyd, de Agatha
Christie.
Para mis veinte
años:
El viejo y el
mar, de Ernest Hemingway.
El ancla de
misericordia, de Pierre Mac Orlan.
El percherón
mortal, de John Franklin Barden.
Tres tristes
tigres, de Guillermo Cabrera
Infante.
El hombre del
revés, de Fred Vargas.